domingo, 10 de junio de 2012

EFECTOS DEL TRABAJO FÍSICO EN RELACIÓN CON LA SALUD

http://cdeporte.rediris.es/biblioteca/libroMTyPAF.pdf

EFECTOS DEL TRABAJO FÍSICO EN
RELACIÓN CON LA SALUD
1. La adaptación en la salud
Cuando explicamos las bases fisiológicas del movimiento en los estudios de
Magisterio ponemos de manifiesto que estamos trabajando con niños. El niño es un
organismo vivo, en proceso de crecimiento, con sentimientos y pensamiento.
Todo ejercicio físico constituye un estímulo. Este estímulo interacciona con su cuerpo
produciendo efectos positivos y negativos. Vamos a subrayar los efectos positivos y como
conseguirlos y avamos  a alertar sobre los efectos negativos que la mayoría de las veces
acaban produciendo patologías y por tanto enfermedad o lesión, por lo que debemos extremar
el cuidado al administrar las actividades física.
El esfuerzo, cuando no estamos acostumbrados a él, funciona como un agente agresivo
hacia el organismo pues este no está preparado para ello.
      Además hay ocasiones en que nos interesa que funcione como un agente agresivo para
que induzca modificaciones es el organismo para mejorar la eficacia, esto es el entrenamiento.
      El mecanismo de adaptación del organismo pasa por tres fases:
a. Reacción de alarma.
b. Fase de resistencia y
c. Fase de:
- Agotamiento o
- Adaptación (Reacción de Selye).
      En la fase de alarma se produce primero la acción del agente agresivo (choque) y a
continuación la reacción del organismo para compensar la agresión (antichoque). Si
realizamos un entrenamiento lo oportuno es realizar un esfuerzo al que no estamos
acostumbrados, hay que llegar a nuestro límite (ley del umbral de Schultz Arnold). Si
realizamos un trabajo al que ya estamos acostumbrados no obtendremos ninguna
modificación de las que pretendemos con el entrenamiento (sería mantenimiento físico, para
no desadaptarnos).
      En la segunda fase de resistencia el organismo trata de volver a la situación de174
equilibrio que poseía antes de la agresión y actuar con los mecanismos que posee. Si en el
entrenamiento forzamos un determinado ritmo de carrera el organismo trata de forzar para
disminuir ese ritmo para que vayamos cómodos pero este no es el objetivo del entrenamiento.
      En la tercera fase, de agotamiento o adaptación, puede ocurrir que el organismo
sucumba o que reajuste sus mecanismos para adaptarse a ese trabajo. Con el entrenamiento
obtenemos una modificacción de nuestro organismo para que al afrontar otra vez esa tarea no
suponga una agresión.
2. El sobreesfuerzo o sobrentrenamiento
La desadaptación más importante que aparece por realizar ejercicio intenso y
duradero, superior a la reacción de adaptación, conduce a un sobreesfuerzo o
sobreentrenamiento.
La etapa inicial del sobreesfuerzo se caracteriza por reacciones psicológicas. Suele
haber cambios negativos en la estructura mental, falta de concentración y aumento de la
irritabilidad.
En un estado avanzado hay insomnio, sudores nocturnos y falta de apetito.
Si estas señales de alarma son ignoradas aparecen los siguientes sintomas:
- Psicológicos: Aumento de la irritabilidad, tendencia a la histeria, descontento, actitud
desafiante,  aumento de la actitud pendenciera, falta de contacto con el entrenador y los
compañeros y sensibilidad excesiva ante la crítica. O por el contrario, creciente indolencia,
poca iniciativa, indiferencia, obsesiones, ansiedad, depresiones, melancolia e inseguridad
- Síntomas de rendimiento: alteraciones en la coordinación, espasmos, inhibiciones,
inseguridad, problemas en el ritmo de movimiento, pérdida de la capacidad de concentración,
disminución de la capacidad de diferenciación y corrección. Disminución de las capacidades
de resistencia, fuerza y velocidad, tiempo de recuperación más prolongado, disminuye la
disposición a competir, miedo a competir, fracaso en situaciones difíciles, pánico a la
competición, tendencia a darse por vencido y a desmoralizarse.
- Síntomas somático-funcionales: Pérdida de sueño, pérdida de apetito, pérdida de
peso, transtornos gastrointestinales, frecuentes vahídos, ligera sudoración, aumenta la
susceptibilidad a las lesiones y enfermedades  infecciosas, disminuye la capacidad vital y175
se prolonga la recuperación de las pulsaciones.
En estos casos se debe suspender la actividad física y aplicar medidas de recuperación.
3. El trabajo físico y sus efectos sobre los diferentes órganos y sistemas
3.1. Adaptaciones cardiovasculares
      Hay diferentes modificaciones a nivel vascular y a nivel cardíaco.
A nivel vascular, en los músculos aumenta el flujo sanguíneo y ello es debido a que
hay una vasodilatación de los capilares y el corazón bombea más sangre. También existe
vasodilatación a nivel pulmonar y a nivel cutáneo, aunque esto último también depende de la
temperatura ambiente. No hay cambio en los vasos cerebrales.
La presión arterial no se debe modificar demasiado y si esto ocurre es que hay un
sobreesfuerzo o sobreentrenamiento.
      A nivel cardíaco se produce un aumento del volumen sanguíneo expulsado en cada
latido. Ello es debido a que disminuye el número de pulsaciones por minuto porque a su vez
aumenta la musculatura cardiaca y su potencia así como las cavidades  cardiacas que permiten
un mayor volumen de sangre.
Las demandas energéticas del miocardio disminuyen debido a que la frecuencia
cardíaca y la presión arterial experimentan un menor incremento a un nivel de esfuerzo
determinado.
3.2. Adaptaciones respiratorias
      En el ejercicio aumenta la frecuencia respiratoria, el volumen respiratorio y el
consumo de oxígeno. La adaptación que realiza el deportista es aumentando su volumen
respiratorio y con ello la posibilidad de disminuir la frecuencia respiratoria para un176
mismo ejercicio. Para un individuo sedentario el volumen respiratorio es de 80-100 l/min y en
el deportista llega a los 150 l/min.
      Existe un mecanismo nervioso que hace que el atleta aumente la frecuencia
respiratoria antes incluso de la  prueba pero que al comenzar el ejercicio la compensación de la
deuda de oxígeno es más rápida.
      También existen modificaciones fisicoquímicas en la sangre que actúan sobre los
centros respiratorios.
Una de las consecuencias de mayor relevancia es el  incremento del consumo de
oxígeno (VO2), que guarda buena correlación con la función cardiovascular. Esta mejoría se
produce al aumentar la capacidad del sistema cardiocirculatorio y al mejorar la utilización del
oxígeno por el músculo esquelético(McHenry et al.1990). El VO2 máx varía en función de la
edad, el sexo y los factores genéticos. El valor medio en un individuo sedentario de 20 años es
de 45 ml·kg·min-1, con desviación de un 10-15%; el entrenamiento intenso produce
incrementos de hasta un 35%, de ahí de que en los atletas se encuentren normalmente valores
por encima de los 70 ml·kg·min-1 según observó Astrand et al. (1977).
3.3. Adaptaciones musculares
      La adaptación más importante que se produce en el músculo es la hipertrofia muscular
(aumento de volumen). En el músculo se produce un aumento de mioglobina, una mejor
capilarización del músculo y un menor riego sanguíneo. Aumentan las mitocondrias y los
enzimas que intervienen en el metabolismo también aumentan.
      El músculo se hipertrofia, más en el entrenamiento de fuerza. Si el entrenamiento es de
resistencia aumenta el número de fibras rojas (el músculo tiene fibras de dos tipos, rojas, ST,
ó de contracción lenta y blancas, FT o de contracción rápida).
      El porcentaje de fibras de contracción lenta o de contracción rápida es de gran interés
para el pronóstico deportivo y para el seguimiento del entrenamiento.
Cada persona genéticamente desarrolla diferente tipo de fibras musculares. Puede
tener predominio de fibras rápidas, predominio de fibras lentas o un equilibrio entre ambas.
Parece ser que en función de nuestros tipos de fibras elegimos la actividad física para la que
estamos más dotados. Para saber que tipo de fibras predominan en nuestro organismo
deberíamos hacer una biopsia muscular.  Aunque podemos tener una idea muy177
acertada si contestamos a la siguiente pregunta: ¿Qué prueba de estas tres prefieres y además
es en la que obtendrías un mejor resultado: 100 m.l., 1500 m.l. ó 3000 m.l.? Si prefieres 100
m.l. predominan tus fibras rápidas, si eliges 1500 m.l. tienes fibras lentas y rápidas y si eliges
3000 m.l. tu predominio es de fibras lentas.
3.4. Adaptaciones osteoarticulares
      Conocemos con seguridad que el ejercicio moderado ayuda al crecimiento óseo, sin
embargo el  exceso de ejercicio detiene el crecimiento del esqueleto óseo (existen grandes
alteraciones en niños que practican gimnasia deportiva, jóvenes que realizan levantamiento de
peso y vela).
      Por otra parte, la sujeción de las articulaciones mejora con la actividad física puesto
que fortalecemos la sujeción activa de los tendones musculares.
3.5. Adaptaciones hormonales
      Durante el ejercicio físico, los diferentes estímulos de este llegan a nivel de los centros
nerviosos y estos regulan la liberación de catecolaminas que actúan sobre el sistema
cardiovascular.
      Paralelamente el hipotálamo regula la liberación de corticoides, vasopresina, hormona
antidiurética, aunque indirectamente.
      También se liberan serotonina, histamina, acetilcolina, angiotensina y bradiquinina
que actúan sobre el sistema cardiovascular.
3.6. Beneficios de la Actividad Física y del Ejercicio Físico
El ejercicio físico aeróbico regular, mejora el rendimiento cardiovascular debido a
cambios hemodinámicos, hormonales, metabólicos, neurológicos y de la función respiratoria.
Interviene en la modificación de los factores de riesgo cardiovascular y, en consecuencia,
desempeña un papel relevante en la prevención primaria y secundaria de la cardiopatía
isquémica.
El trabajo dinámico (andar a paso vigoroso, carrera continua, bicicleta o178
nadar) produce un aumento del grosor de la pared ventricular con hipertrofia generalmente
concéntrica y dilatación de la cavidad. La reducción de la depresión del ST durante las
pruebas de esfuerzo en pacientes con cardiopatía isquémica que siguen programas de
entrenamiento sugiere que pudiera ser un efecto secundario al desarrollo de la circulación
colateral (Ehsani et al.1981 y Sim et al. 1974). La bradicardia sinusal es el efecto más acusado
que se observa tras un periodo de acondicionamiento físico. Asimismo, el incremento de la
frecuencia cardíaca para un nivel de esfuerzo submáximo es menor. Al disminuir el trabajo
por el menor incremento de la frecuencia cardíaca (y posiblemente de la presión arterial
sistólica), aumenta la capacidad de ejercicio por un mecanismo más fisiológico en pacientes
con angina. La bradicardia sinusal facilita, además, el incremento del flujo sanguíneo
coronario al aumentar el tiempo de diástole.
La persistencia de  los efectos de entrenamiento, en la practica equivalentes a un
bloqueo fisiológico de los receptores ß-adrenérgicos, pudiera tener efectos sobre la mortalidad
cardiovascular. Los estudios con ECG de Holter realizados en deportistas muestran una
actividad simpática más suave en la transición del período de sueño a vigilia. La mortalidad
cardiovascular, más frecuente en las primeras horas de la mañana, se ha relacionado con la
presencia de picos de actividad simpática a estas horas. La reducción de la mortalidad
postinfarto de miocardio con fármacos bloqueadores beta se debería, en parte a este
mecanismo. A los pacientes con infarto de miocardio incluidos en programas de prescripción
de ejercicio de intensidad moderada-alta se les ha de ajustar la dosis de fármaco a medida que
se van instaurando los efectos del entrenamiento. La asociación del fármaco a los efectos de
entrenamiento produce con frecuencia sensación de incomodidad por la propia braquicardia,
más acusada en aquellos pacientes con predominio del tono parasimpático constitucional.
En un estudio realizado con varones se observó una reducción prácticamente lineal de
la mortalidad a medida que aumentaba la capacidad de ejercicio medida en METS
(equivalentes metabólicos)  - cada MET confería una mejora en la supervivencia del 12%.  La
relación es bastante clara ya que los individuos con capacidades de esfuerzo menores de 5
METS tuvieron una mortalidad de casi el doble que aquellos con valores superiores a 8
METS y el riesgo relativo de muerte para el subgrupo en el quintil más bajo fue 4 veces
mayor que en aquellos con registros en el quintil más alto. Incluso analizando por subgrupos
de pacientes con factores de riesgo cardiovascular como hipertensión, diabetes, tabaco y
obesidad, se cumple el binomio de que a mayor capacidad de ejercicio mayor179
supervivencia. (NEJM Marzo 2002; vol: 346: 793-801 y 852-853)
3.6.1. Modificación de factores de riesgo
   3.6.1.1. Lípidos Plasmáticos
      Todas las formas de ejercicio físico dinámico o aeróbico promueven la pérdida de los
lípidos que constituyen la cobertura de las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL). En
este sentido, el ejercicio actuaría como un verdadero hipolipemiante. El resto de partículas de
lipoproteína de baja densidad (factor de riesgo más elevado) se transforma en partículas de
lipoproteínas HDL (de alta densidad o protector). Por consiguiente, a través del ejercicio los
triglicéridos se transforman en ácidos grasos que no se utilizan como fuente energética,
aumentan las lipoproteínas HDL y  disminuye el colesterol y lipoproteínas LDL, lo que tiene
efecto protector frente a la enfermedad arterioesclerótica (Serra, 2000).
      Estudios previos realizados en atletas demostraron que los valores de lipoproteínas de
alta intensidad (HDL) eran más altos y los de baja densidad (LDL) más bajos que en
individuos con estilo de vida sedentario (Williams et al. 1987,1989). Los cambios producidos
por el ejercicio físico están más en relación con el gasto energético que con la intensidad del
ejercicio. De  esta forma se explicarían las modificaciones en los niveles plasmáticos de
lipoproteínas con las diferentes modalidades de trabajo dinámico (carrera continua, andar a
paso vigoroso, remo, patinaje, bicicleta, aeróbic, sesiones integradas, etc.).
      Para observar cambios en los niveles plasmáticos de lipoproteínas se requiere un
volumen de trabajo suficientemente elevado. Probablemente, los programas de ejercicio en los
que el objetivo es la mejora de la condición física con tres sesiones de entre 20-30 minutos a
la semana de trabajo dinámico son insuficientes para obtener cambios significativos en las
lipoproteínas plasmáticas. En un estudio se ha recomendado un volumen de ejercicio
equivalente a una carrera continua de unos 20 km a la semana (Wood et al. 1983). La
significación estadística del umbral de ejercicio para cambios en el colesterol HDL, se
establece en los 11 km, cuando se compara a corredores con personas sedentarias (Kokkinos
et al. 1996).
     180
   3.6.1.2. Hipertensión Arterial
      Diversos estudios realizados a partir de 1984 ponen de manifiesto la relación inversa
entre actividad física e hipertensión arterial. Martín et al. (1990) valoran el efecto del trabajo
dinámico durante 10 semanas en individuos sedentarios de 16-60 años y comprueban que se
produce una reducción significativa de la presión arterial en pacientes con hipertensión. Esta
modificación no está asociada a la pérdida de peso, por lo que posiblemente el ejercicio físico
actúa como factor independiente.
      El efecto  favorable de los programas de ejercicio de moderada intensidad sobre la
hipertensión arterial se debe a la reducción del volumen plasmático y la concentración de
norepirefrina en plasma. En pacientes hipertensos, especialmente con niveles bajos de renina,
el ejercicio constituye un importante agente no farmacológico en el tratamiento de la
hipertensión arterial al disminuir la actividad simpatico-adrenérgica y aumentar los niveles de
postaglandinas.
      El control de la presión arterial mediante programas de ejercicio en la población de
mediana edad es una medida eficaz de prevención primaria; no obstante, los programas de
ejercicio en niños y adolescentes son más eficaces debido a que en éstos la actividad física y
deportiva es más intensa y no se han desarrollado todavía los signos de la enfermedad, ni
existe repercusión sobre el sistema cardiovascular. Strazullo et al. (1988) han estudiado el
efecto del ejercicio sobre la presión arterial, comprobando que los niños más entrenados
tienen cifras de presión arterial más bajas. El ejercicio físico es a la vez, un factor
independiente de la edad y de la obesidad. Guillum et al. (1989) ha observado que los
adolescentes que realizan trabajo dinámico mejoran su hipertensión arterial al disminuir el
peso y mejorar la función cardiopulmonar. Los adolescentes obesos presentan cambios
estructurales que afectan a las resistencias vasculares. Esta alteración se modifica
significativamente al perder peso y en mayor grado si se asocia al ejercicio físico en pacientes
con hipertensión arterial es la regularidad e intensidad moderada de predominio aeróbico.
      Lo más importante del programa de ejercicio físico en pacientes con hipertensión
arterial es la regularidad e intensidad moderada y de predominio aeróbico.
  3.6.1.3. Factores de Coagulación 181
      La reducción en la actividad fibrinolítica se asocia con incremento del riesgo de
infarto de miocardio y accidente vascular cerebral. Algunos estudios han demostrado que el
entrenamiento de predominio aeróbico aumenta la actividad fibrinolítica de la sangre (De paz
et al. 1992, Gris et al.1990 y Poupee et al 1993). Chandler et al. (1990), en un estudio
realizado en hombres y mujeres incluidos en un programa de entrenamiento de seis meses,
demuestran que el entrenamiento aeróbico tiene potencialmente efectos favorables en los
mecanismos de la fibrinólisis en hombres y mujeres adultos (incrementa la actividad del
activador del plasminógeno en ambos). En los hombres de edad avanzada se modifican al
menos dos de las tres alteraciones de la fibrinólisis asociadas con la formación del trombo en
la enfermedad cardiovascular, reduciéndose el PAI-1 y el antígeno tPA matutino.
      Elwod et al. (1993), en un estudio sobre 2.398 varones de edades compendiadas entre
los 50 y los  64 años, examinaron la asociación de actividad física y factores de riesgo
incluyendo la concentración de fibrinógeno y la viscosidad, demostrando que la concentración
de triglicéridos es sustancialmente más baja en hombres físicamente activos con relación a
sedentarios y que el comportamiento de los factores homeostáticos es más favorable. Estos
efectos corresponden a una diferencia en el riesgo de cardiopatía coronaria para hombres
activos y sedentarios de por lo menos un  7-8%. La concentración de triglicéridos mostró
poseer un importante valor predictivo para la cardiopatía, mientras que el efecto de ejercicio
era favorable. La actividad física en el tiempo libre está inversamente asociada a la
cardiopatía coronaria y a la viscosidad del plasma; no obstante, el trabajo realizado en la
actividad laboral no tiene estos efectos en hombres y mujeres normales.
   3.6.1.4. Cambios en el estilo de vida
      El ejercicio físico contribuye al abandono de los hábitos tóxicos (especialmente el
tabaco), al mantenimiento de dietas equilibradas y al menor consumo de alcohol. En un
estudio efectuado por Hartley et al. (1985) en individuos aparentemente sanos, se observó que
muy pocos participantes con nivel de actividad física alto eran fumadores y tenían sobrepeso.
En la misma línea, Hickey et al. (1975) comprobaron que los hombres físicamente activos en
tiempo de ocio eran menos fumadores y con menores índices de obesidad. Por lo tanto, la
actividad física regular promueve cambios generalmente muy importantes en el  estilo vida,
caracterizados por una mejoría espontánea en los hábitos higiénicos-dietéticos. El182
efecto inmediato es la sensación subjetiva de bienestar, que a largo plazo se traduce en un
estado de salud y condición física superiores.
Se ha comprobado  que el ejercicio físico tiene un efecto positivo en drogadicciones,
canceres, SIDA, enfermedades respiratorias y otras que sería prolijo ennumerar, lo que sí
debemos refirmar a través de estas líneas es el auge que la Condición Física relacionada con
la salud está tomando. No nos extendemos más, pero creemos que una reflexión seria sobre
los contenidos de este manual y esta materia en concreto, junto a los conocimientos
anatómicos, fisiológicos, de desarrollo, psicológicos y educativos que se deben poseer hacen
que cualquier persona que se dedique al acondicionamiento físico sea reflexivo y sea capaz de
discriminar cuando su actuación es saludable o no.
4. Situaciones prácticas
Hacer diferentes ejercicios y detectar las diferentes desadaptaciones y reacciones.
Analizar los resultados d elas pruebas físicas y comprobar el efecto que sobre los
diferentes sistemas se han producido.
Al diseñar un programa de condición física, analiza si los resultados que vamos a
aobtener y los medios que vamos a utilizar se encuentran en parámetros saludables.
Pésate antes y después de acabar el ejercicio para comprobar que no te has
deshidratado. Recupera rápidamente ese peso perdido en una sola sesión de trabajo.183
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ARTÍCULOS:
- Eastman, W. Aerobics for young children: the thematic approach. CAHPER journal/Journal
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